El colectivo.
Eran las ocho de la mañana, mi rutina de todos los días, prepararme el café mientras me peino y me visto para luego salir, caminar tres cuadras hasta la parada del colectivo 59 el cual me tomó en Av. Cabildo y Congreso para poder ir al trabajo en Microcentro. Llegó a la parada, esperó diez minutos aproximadamente hasta que llegara el tan bendito y apreciado Bondi. Subo, saludo al chofer: Hola, buen día hasta nueve de julio y Corrientes por favor!. Pago el boleto y mientras termino de pagar giro con la cabeza hacia el costado para observar si hay un asiento vacío para poder sentarme. Nada absolutamente ningún asiento vacío había, el colectivo explotado, no me queda otra que ir parado y esperar a que se vaya vaciando. El colectivo sigue su recorrido hasta que llegando a la altura de Pacífico casi la mitad de los pasajeros se bajan y milagrosamente se liberan varios asientos, elijo sentarme en el asiento individual del lado de la izquierda e ir tranquilamente. En eso empiezo de a poco a cerrar los ojos para poder descansar un poco más ya que quedaba aún un tramo más para poder llegar a destino. De repente ya con los ojos cerrados siento que el colectivo frena de golpe y escucho un gran estruendo, abro los ojos y veo humo por todo el colectivo con un golpe en mi rodilla leve intento pararme y ver qué había pasado, bajo y veo a otros pasajeros observando la situación, habíamos chocado contra un árbol, le pregunto al chofer que pasó y me dijo que un ser extraño se cruzó en medio y al querer esquivarlo perdió el control y chocó. En medio de esa situación me llama mi jefe al celular y me pregunta que pasó de que llegue a la oficina y de que tuve que salir rápido del trabajo, en eso le digo que está equivocado que no era yo, que se confundió, en lo cual él insiste, vuelve a recalcar que me vió y que me saludo al llegar. Consternada le cortó y me pregunto que pudo haber pasado.
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